
Antes de comenzar a leer, quiero recordarte que estás leyendo un blog para escritores gamberros y, bueno, ¿por qué no?, para personas un poco gamberras en general. Así que aquí no vamos de corderitos ni nos dejamos mangonear por cualquiera, sino que creamos nuestras circunstancias y generamos nuestro futuro porque sí, porque nos lo merecemos y porque nuestros esfuerzos son valiosos, algo que no deberíamos olvidar.
¿Que quiero decir con esto? Pues que va siendo hora de que empiecen a resbalarte las opiniones de los demás. Es algo muy saludable, te lo aseguro. No se trata de perder el filtro hasta el punto de ser groseros, pero si de ser capaces de decirle a alguien que no nos importa su opinión por el simple hecho de que no se la hemos pedido.
Vivimos en una sociedad en la que todos opinamos de todo, como si fuéramos expertos, pero expertos de nada, seamos honestos. Así que, vale, muy bien, lo que hago te parece una mierda, estupendo, pero déjame que yo decida si lo que llevo a cabo merece la pena o no y si cumple algún tipo de objetivo.

Como escritora, por supuesto que valoro las opiniones de mis lectores y lectoras. No soy ninguna radical, no os vayáis al extremo. Pero sí es cierto que algo en mí ha cambiado. Antes, cuando recibía una mala valoración, acompañada o no de un comentario, me venía un poco abajo y me cuestionaba si lo que estaba haciendo tendría algún tipo de valor y calidad. Los humanos somos así de estúpidos en algunas ocasiones. Podemos tener cientos de valoraciones de 5 estrellas pero nos fijamos más en las críticas negativas. ¿Cómo no nos damos cuenta de que estamos menospreciando la opinión de todos esos que sí han manifestado que les gusta?
Y ahora estarás pensando: a ver, este artículo es una contradicción en sí mismo, porque Ariel tan pronto habla de que no le importan lo más mínimo la opinión de los demás como de que hay que tenerla en cuenta. Lo entiendo. A veces no me comprendo ni yo, jeje. Ahora en serio. Lo que quiero decir es que las opiniones de los demás debemos relativizarlas. Hay que quedarse con esos comentarios que nos sirven para crecer pero hay que desechar aquellos que solo buscan hacernos daño. Por otro lado, algunos opinan como deporte nacional, sin ningún tipo de orden ni conciencia. ¿Vas a tener en cuenta lo que te dicen esos tristes que no tienen nada mejor que hacer que criticar a los demás? Yo desde luego ya no. Me quedo con los que me ayuden a mejorar.
Como decían una buena amiga mía hace tiempo, al cabo del día recibimos muchos comentarios que son tocino y muy pocos que son buen jamón. No sé vosotros, pero yo me quedo con un jamón 5 jotas disfrutado en buena compañía.

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