
Llevo ya más de nueve años en esto de la autopublicación y os aseguro que no es nada fácil. Por suerte, puedo decir que soy de las afortunadas que tiene lectores asiduos y que, siempre que acudo a ver las estadísticas de mis novelas en el seguimiento de mi página de autora de Amazon, me encuentro con miles de páginas leídas y libros vendidos. No imagináis cuánto lo agradezco, sobre todo cuando veo a tantos compañeros y compañeras que se lamentan precisamente de lo contrario, de que un día tras otro, su estadística no cambia y es cero o casi cero.
Detrás de esto hay una inmensa cantidad de esfuerzo y dedicación que no se ve. No es solo escribir, que eso es lo que me apasiona, es también revisar y corregir una y otra vez (lo que es imprescindible y necesario). Y si fuera solo eso, pues bueno, no estaría mal porque son tareas imprescindibles para sacar adelante una novela. El problema es que, si ademas quieres que alguien te lea, tienes que hacer mucho trabajo extra.
La esclavitud de las redes sociales












Si eres autora y no tienes redes sociales, no existes. Obviamente, si no existes, nadie te lee porque ni siquiera saben que tus libros están ahí, esperando lectores que les den vida. Entonces te pones manos a la obra y empiezas a mover tu cuenta de Instagram, la de Threads, la de TikTok, tu canal de YouTube, tu página web… Y así hasta el infinito y más allá. Pero si solo bastara con hacer publicaciones de más o menos calidad, pues no pasa nada, se hace el esfuerzo y ya está. El problema es que cada red social tiene sus trucos -que a mí me cuesta entender, debo reconocerlo-, su algoritmo, el cual cambia cada dos por tres. Y no solo basta con hacer publicaciones, sino que tienes que interactuar con unos y otros, subir historias y un largo etcétera que te acaba consumiendo porque, al final, si no le pillas el truco, no sirve para nada.
La próxima vez que leas un libro de alguien que ha autopublicado, salvo que de veras veas que no vale para nada, que no hay ni esfuerzo ni ganas de hacerlo bien detrás de ese texto, por favor te pido que seas magnánimo. Sí, cometemos errores. Sí, a veces tenemos errores tipográficos que se nos han escapado. Y sí, seguro que podríamos haberlo hecho un poco mejor. Pero RECUERDA: detrás de este tipo de autores no hay un equipo editorial apoyando, corrigiendo, haciendo publicidad ni impulsando que esa novela triunfe.
Lo que hay es mucho sacrifico en soledad.

Deja un comentario