
Cada escritor tiene su seña de identidad. Una de las cosas que identifican mi estilo narrativo es el empleo de frases y capítulos cortos, podría decirse que incluso muy cortos en algunas ocasiones. Esto no es casualidad, sino que remite a diferentes motivos.
Te lo explico brevemente en esta entrada.
Frases cortas
Las frases cortas persiguen objetivos concretos según el momento en el que son usadas dentro de la escritura de una novela. En líneas generales, podría deciros que con ellas persigo darle ritmo a la narración. En mi opinión, sirven para exponer las ideas de forma clara y sin excesivos vericuetos. Son directas y ayudan a que el lector vaya construyendo en su mente la historia de manera simple y sencilla. Contribuyen a reducir la fatiga. Imagina una frase larguísima llena de oraciones subordinadas, por poner un ejemplo. ¿No me digas que no te quedas sin aliento mientras la lees? Con las sentencias cortas, ayudas al lector a que mantenga la cadencia sin perder el aire, como si de una carrera se tratase.
En otros momentos, las frases cortas sirven para enfatizar emociones o sentimientos. Creo que para eso funcionan superbien, en serio. Por ponerte un símil, son como golpes que van apostillando una idea para que esta se genere con cuerpo dentro de tu cabeza, de tal modo que cuando lees, te metes en la piel del personaje como si estuvieras viviendo la novela en primera persona. Son cortas, con pausas breves que te marcan el ritmo.
También contribuyen a crear una tensión especial en una escena. A través de estas sentencias cortas, invitas al lector a entrar y acompañarte a esa situación a la que se está enfrentando un personaje concreto en un momento determinado. No son necesarios los adornos excesivos ni las florituras, puesto que, en mi opinión, generan lentitud y hacen que acabes perdiendo el hilo. No significa que sean necesarias y cumplan su función en determinados momentos, pero hay otros en los que frases, a veces de tan solo tres palabras o incluso menos, comunican mucho más que otras repletas de adjetívos e ideas.

Capítulos cortos
Aquí debo confesaros algo que me sucede como lectora: no me gustan los capítulos largos. Igual se debe a que mi atención es un tanto volátil. Necesito cambios frecuentes, necesito que no me ates al libro si yo no quiero, necesito ser yo quien decida cuándo y dónde parar. Si el capítulo es largo, tengo la impresión de que la novela, o el escritor en su defecto, intenta secuestrar mi tiempo sin que yo le haya dado permiso. En ese caso, me veo obligada a hacer pausas en mitad de un capítulo, buscando un punto y aparte, lo cual no acaba de gustarme porque no estoy segura de poder retomar bien el hilo después.
Los capítulos cortos hacen al lector libre, aunque también son un poco tramposos, no te voy a engañar. Como son tan breves, de una duración de entre 3 y 5 minutos, por ejemplo, cuando lees siempre crees que te da tiempo a uno más. Si el capítulo tiene 60 páginas, te piensas dos veces lo de empezarlo, en especial si no tienes mucho tiempo. Pero cuando es corto… Pues eso, ¿quién no ha dicho alguna vez: uno más y lo dejo?

Conclusión
No trato de convencerte de que mi forma de escribir sea la mejor ni la más adecuada. Simplemente, es la que más encaja con mi forma de ser y con cómo soy como escritora y lectora. Dicho esto, he disfrutado muchos libros que no cumplen con estas premisas. Me viene a la cabeza, por ejemplo, alguno de Almudena Grandes que ha conseguido deleitarme con su manera tan elegante y tan suya de escribir.
¿Qué tipo de lector eres tú? ¿Eres más de capítulos largos o cortos? Te leo en comentarios.

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