
Hoy no lo he podido evitar. Llevaba varios días conteniéndolo, tratando de retener lo que necesitaba buscar una salida, una vía para escapar. Un sentimiento que estaba a punto de implosionar. Y hoy lo ha hecho, en forma de una inocente lágrima que ha abierto el paso a otras muchas que estaban por venir. La frustración ha encontrado la forma de abandonar la jaula en la que quería mantenerla presa, pero me ha sido imposible ganar esta batalla.

El tiempo se me escapa y no sé cómo apresarlo. Intento retener cada instante, exprimirlo, pero se niega a someterse y vuelve a volar entre mis dedos, mientras me doy cuenta que apresarlo es como tratar de agarrar la cola del viento. Y duele, porque la vida es tan bonita que me niego a creer que tiene fecha de caducidad, con todo lo que me queda por hacer.
Con todo lo que tengo que aprender.

Respiro. Trato de coger aire pero no puedo porque la angustia hoy es grande. Lo que acabo de escribir ya es pasado. Me proyecto hacia el futuro y, mientras lo hago, soy consciente de que pierdo este presente irreverente que dura una millonésima parte de lo que debería durar.
Porque nada es infinito.
Y el mañana tampoco lo es.
GRACIAS POR LEER
SUSCRÍBETE PARA NO PERDERTE LAS NOVEDADES
Deja una respuesta