Radiografía de un trauma


Photo by Pixabay on Pexels.com

¿Qué estoy haciendo aquí? No recuerdo cómo he llegado ni qué ha pasado. Tengo la mente en blanco. Lo último que recuerdo es que iba por la calle Mayor buscando una tienda que me había recomendado una amiga y… Nada más. Un apagón. 

  Sin lugar a dudas, me encuentro en un hospital. ¿Qué me habrá pasado? Me miro de arriba abajo intentando encontrar magulladuras pero no hay nada. No siento dolor alguno en el cuerpo. Me toco la cabeza y tampoco hay sensaciones extrañas. Todo esto es desconcertante. Veo un timbre al lado de la cama y lo pulso, anhelando que venga pronto alguien que pueda explicarme qué sucede. El miedo, el desconcierto, la inquietud por lo que me pueda haber pasado, lo llenan todo en este momento. La incertidumbre es una poderosa agitadora del alma.

Bien, oigo pasos junto a la puerta. Llaman y, a continuación, alguien abre. Este suspense me va a matar. Es una doctora muy joven, al parecer. Me saluda con una sonrisa compasiva, lo que me hace preguntarme con temor qué habrá pasado.

  • Buenos días, Lorena. Soy la doctora García. ¿Sabes por qué estás aquí?
  • No, la verdad. No tengo la menor idea -respondo con cierto temblor en la voz. 
  • Te han traído en una ambulancia porque, al parecer, sufriste lo que creemos que fue un ataque de pánico de tal magnitud que hasta perdiste la consciencia. 

Me mira fijamente con sus grandes ojos del color de un mar en calma. Me transmiten tranquilidad. Tiene una mirada limpia, como si fuera una persona de esas en las que es fácil abandonarse y confiar. Aún así, como es lógico, me quedo absolutamente consternada por lo que está diciendo. Un ataque de pánico. Una pérdida de consciencia. Es imposible. Nunca me ha sucedido algo semejante. 

  • No hay contusiones ni nada por el estilo en la cabeza, por eso hemos determinado, junto con lo que contaron algunos testigos, que debía ser un ataque de pánico, tal y como te acabo de comentar. Tal vez te sucediera algo y tu cerebro simplemente lo ha bloqueado. Y vamos a intentar adivinarlo, ¿de acuerdo?

Asiento con un leve movimiento de cabeza. La tensión que siento no me permite hacer mucho más. Trato de recordar pero no viene nada a mi mente.

  • ¿Te suena que ocurriera algo fuera de lo común? 
  • No, nada. Iba buscando una tienda que me habían recomendado porque quería comprar un regalo original para un familiar. Recuerdo que iba por la calle Mayor, a la altura del café Ciudadela. Y ya no recuerdo nada más.
  • Muy bien, tranquila. Vamos a intentar desentrañar juntas qué puede haberlo desencadenado, ¿de acuerdo? Pueden ser recuerdos reprimidos de algo que te sucediera hace mucho tiempo y que tu cerebro haya enterrado en tu subsconsciente para protegerte del dolor que suponen para ti. Por eso, voy a necesitar tu total colaboración. Juntas vamos a intentar recordar cosas que te hayan sucedido en esa calle. Tenemos que empezar desde el principio, desde que te levantaste esta mañana. Te ruego que seas muy minuciosa con los detalles, porque todo puede ser importante. Sonidos, olores, cosas que captaron tu atención o cosas a las que no se la prestaste en ese momento pero ahora te parezcan relevantes por cualquier motivo.

Me agarra la mano, supongo que para transmitirme que está conmigo, que cuente con ella. Su tono de voz también es reparador, con el volumen perfecto, con un timbre ideal que te mece y te invita a relajarte y confiar. Creo que presiente que me ha pasado algo gordo porque si no, ¿a qué viene tanta atención?

  • ¿Estás preparada?
  • Sí.
  • Muy bien. Ponte en una posición cómoda. Cierra los ojos para evitar que nada te distraiga. Respira de forma profunda, se consciente de cada inhalación y cada exhalación. Fíjate en el efecto purificador que la respiración ejerce en tu cuerpo y tu mente, vaciándolos de distracciones. Y ahora, respira a un ritmo normal, sin forzar.

Sigo sus instrucciones al pie de la letra. Me concentro y siento el efecto. Las tensiones se disuelven poco a poco. Me entrego a lo que me dice su voz.

  • Cuéntame todo lo que has hecho desde que te levantaste, paso a paso, sin dejarte absolutamente nada. Mantén tus ojos cerrados.
  • Ha sonado el despertador a las 8.15h.
  • ¿La melodía o el sonido de siempre?
  • Sí, suena la canción de Explorers de Muse, porque es una canción preciosa y muy tranquila que me ayuda a despertarme sin agitación. He parado el despertador, aunque no inmediatamente. He tardado un poco en levantarme porque me daba  mucha pereza. He puesto música en el móvil, el penúltimo disco de Bruce Springsteen. Sonaba Western Stars cuando lo he conectado. He ido al baño, me he duchado. Lo de siempre.
  • Lo estás haciendo muy bien. Recuerdas el olor del gel, del champú, de la crema. 
  • Sí, huelen a coco, porque no me gusta mezclar fragancias. Me quedo un poco debajo de la ducha porque me hace sentir bien. Me pongo la ropa interior y el albornoz y voy a desayunar. Preparo café y unas tostadas. 
  • ¿Te notabas descansada o, por el contrario, sentías que habías dormido mal?
  • No, descansada. 
  • ¿Estás nerviosa o preocupada por algo?
  • Creo que sí, un poco. Pero no sé el motivo. Es sólo una sensación, supongo. Es sábado, no tengo trabajo ni nada. No había quedado con ninguna amiga porque quería ir temprano a comprar el regalo y terminar cuanto antes.
  • Vale. Cuéntame más. ¿Has ido en coche, andando…?
  • No, he cogido el autobús. El centro me queda un poco lejos da casa pero allí se aparca mal, así que he preferido el transporte público.
  • ¿Algo problemático ahí? Alguna presencia incómoda, alguna sensación.
  • No. Todo bien. He bajado en la plaza de Los Caídos y me he dirigido directamente a la Calle Mayor. 
  • Muy despacio aquí. ¿Hacía frío? ¿Había mucha gente?
  • Me he abrochado el abrigo y me he ajustado al cuerpo porque corría un viento que hacía bajar la sensación térmica varios grados. No había demasiada gente.
  • ¿Qué ves?
  • Hay un mimo que se está preparando. Va vestido de hombre de hojalata y está en medio de la plaza. Las cafeterías ya están abiertas y hay puestas terrazas con estufas. Me dirijo directamente hacia la calle Mayor. Ahora que lo pienso, nunca me ha gustado ir allí, ¿sabes?
  • ¿Alguna razón?
  • No sé, es una calle un tanto oscura y triste. Estrecha, casi angosta, con las fachadas deslucidas. No me siento cómoda allí. Nunca me he sentido a gusto ahí.
  • Sí, tienes razón. No es una calle luminosa precisamente. ¿Qué sientes al entrar en la calle? ¿Hay algo que te preocupe, ves algo que te alarme?
  • No, las tiendas están abriendo. Estoy cerca de la mitad de la calle y ya veo el callejón donde me han dicho que está la tienda. Hay poca gente y…

No sé que me pasa. Casi no puedo respirar. No puedo controlarlo. Ese olor. Ese olor que me anega los sentidos. Se me va a salir el corazón…

  • ¿Qué ocurre? – pregunta alarmada la doctora.
  • ¡No lo sé! Ese olor, ese maldito olor…
  • ¿A qué huele? Descríbelo.
  • No puedo, no quiero – mis lágrimas empiezan a derramarse sin que pueda controlarlo y ni siquiera quiera llorar. Es más fuerte que yo y controla mi voluntad.
  • Haz un último esfuerzo. Cuéntamelo todo. Describe el olor.
  • Es un olor dulzón, como de una pastelería o una tienda de caramelos
  • Hay una antigua tienda de caramelos en el callejón de San Lucas. ¿Es esa?
  • Sí es allí. ¡¡Dios mío!! ¡¡Noooooo!!
  • ¿Qué ocurre?
  • Hay unos tipos ahí. Vienen hacia nosotros.
  • ¿Hacia quiénes? ¿Quiénes sois vosotros? Has dicho que ibas sola.
  • Mi padre y yo. No lo entiendo. Me lleva  de la mano a comprar chucherías porque de pequeño él venía aquí  y… ¡No por favor! ¡Déjennos en paz! ¡Suelten a mi papi! ¡Ayuda, por favor! ¡Está sangrando! ¡Papá despierta! ¡Papá despierta!

Vuelvo a despertarme otra vez aquí. Parece un bucle en el que todo se repite. El día de la marmota. No lo entiendo. Sigo en el hospital. Estaba hablando con la doctora. Y ahora no hay nadie. Estoy sola. No sé ni qué hora es. Vuelvo a pulsar el botón y espero con suma impaciencia que aparezca la doctora otra vez. Esto es una pesadilla. No entiendo nada. No sé muy bien qué ha pasado. 

  • ¡Hola Lorena! Me alegro que hayas despertado. Tuvimos que volverte a sedar.
  • ¿Qué ha pasado?
  • Muchas cosas, creo. ¿Has oído hablar alguna vez del TEPT?
  • No, ¿qué  es eso? ¿Qué significa?
  • Trastorno por Estrés Postraumático. Creo que puede que sea la respuesta a lo que te sucede. 

A.Z.

Si te interesa conocer algo más sobre mis libros, visita mi página de Amazon. Puedes leer los nuevos lanzamientos en la sección EMPIEZA A LEER AQUÍ. Acabo de estrenar mi último libro, El Ocaso De Los Días

Gracias por tus minutos de lectura.

SI HAS DISFRUTADO, DALE A ME GUSTA, COMPARTE Y DEJA TUS COMENTARIOS 🙂. 

TU OPINIÓN ES MUY IMPORTANTE 😉.

ANTES DE IRTE, VALORA DE FORMA SENCILLA CON ESTRELLAS JUSTO AQUÍ 👇. GRACIAS 💚

Puntuación: 1 de 5.
Categorías: RelatosEtiquetas: , , , , , , ,

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: