
El poder que tienen las palabras es innegable. Las palabras mueven y conmueven, provocan tumultos, agitan almas, transforman realidades y personas, curan y calman a un alma herida, sirven de consuelo, animan. Puede que digan que las palabras se las lleve el viento pero, aún así, tienen la capacidad de trascender, de atravesar siglos de historia, de grabarse en nuestras mentes y en nuestros corazones.
En la meditación es muy frecuente utilizar mantras para ayudarnos a localizar nuestra atención y alcanzar un estado de calma y serenidad. Muchos de estos mantras están asociados a la gratitud, de tal modo que repetirlos nos hace sentir dichosos porque nos hace conscientes de todas las cosas positivas que nos pasan y tenemos.
No son las personas felices las que son agradecidas. Son las personas agradecidas las que son felices.
Anónimo
En psicología hay algo que se conoce como anclajes y que ha demostrado ser muy eficaz en múltiples situaciones. Un anclaje puede ser un gesto, una palabra y/o una frase y nos sirven precisamente para eso, para anclarnos, para retornar a un punto de capacitación y equilibrio. Es importante que ese anclaje sea personal y significativo para nosotros. No se trata de adoptar lo que les vale a otros, porque cada uno somos un ser único e irrepetible.
¿Cómo funcionan los anclajes?
Los anclajes son algo sumamente sencillo pero que necesitan práctica y entrenamiento. Es preciso repetirlos de forma consciente en diferentes situaciones para, poco a poco, ir automatizándolos y que así podamos recurrir a ellos cuando los necesitemos.

Cuando nos sobrevienen, por ejemplo, momentos de inseguridad o sentimientos de no ser capaz de hacer algo, recordamos esa frase o gesto y lo pronunciamos en voz alta y lo ejecutamos. Debe ser algo personal y significativo para cada uno. Puede ser un «tú puedes», «tú vales mucho», «eres capaz de eso y mucho más» o cualquier cosa que se te ocurra. El gesto debe implicar cierto empoderamiento y debe realizarse con energía. Además, debe ser sencillo y fácil de ejecutar para que sea efectivo.
Puede parecer algo superfluo e incluso tonto, pero, sin embargo, puede ser tremendamente eficaz. Esa palabra, ese mantra, ese gesto, nos pueden acercar de manera rápida y sencilla a un estado mental de relajación y confianza, a un estado placentero en el que nos queramos encontrar.
En el deporte es bastante común ver ciertos gestos y frases que funcionan precisamente como anclajes y que ayudan a los deportistas en la competición a ganar confianza y a sentirse seguros.
¿A qué esperas para elegir el tuyo?
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